22 agosto 2007

DISCURSO DE TOMA DE POSESION DE JULIA ORTEGA




20 de agosto de 2007
Julia Ortega Almeida

Señor Presidente constitucional de la República del Ecuador,
Señoras ministras y ministros de Estado,
colegas comunicadores y periodistas,
amigas y compañeros todos:

“Se nos rompió el amor” es el título de la última publicación del Centro de Competencia en Comunicación para América Latina al analizar la relación entre los medios de comunicación y los 11 procesos electorales que América Latina vivió desde fines del 2005 hasta el 2006.1

Esas cinco palabras expresan que el amor entre políticos y medios de comunicación está protagonizando una especie de drama. Según la misma los 11 candidatos triunfadores y actuales presidentes, en vista de que muchos medios se tornaron actores políticos con intereses económicos, prefirieron establecer el contacto con la ciudadanía haciendo uso de la modificación fundamental que las nuevas tecnologías permiten de manera muy eficiente: una relación directa “sin medios ni mediaciones”.

Esto amplía la mirada sobre los caminos de la comunicación en América Latina y nuestro país como parte de ella, nos hace tomar nota de los cambios que las tecnologías han incorporado en nuestra cotidianidad, pero sobre todo la frase “se nos rompió el amor” es una provocación y llamado a palpar y disfrutar el hecho de que la comunicación es también un acto emocional.

Hablar de comunicación en el nivel más amplio de la palabra, significa buscar nuevas formas de realizar la acción política y transmitirla, crear nuevas maneras de interpretación, intentar expresar valores, afectos, el goce estético del paisaje, remover en la memoria colectiva canciones que aprendimos en la niñez. Hablar de comunicación actualmente también es intentar dar la vuelta a las valoraciones discriminadoras y amalgamar la diversidad local para potenciar su riqueza expresiva.

En estos días de cambios en toda la región, hay que buscar nuevas maneras de relación con los medios de comunicación quienes, como parte de un ecosistema cultural, se deben a sus públicos, nacionales, internacionales o locales. En esa búsqueda de nuevas relaciones, el Gobierno y los medios de comunicación debemos forjar un amor que pueda estar a la altura de las transformaciones que vivimos y que hemos iniciado cuando el país se ha planteado el cambio profundo de las viejas prácticas que han acompañado el quehacer político, institucional y cotidiano. El actual gobierno es expresión de que la gente se cansó de un sistema caduco.

La relación gobierno, comunicación y política está en un vivo proceso de transformación que es necesario intentar comprender para ser actores concientes de nuestros propios logros. Los ciudadanos y medios que hemos participado en el cuestionamiento del orden establecido debemos empezar a mirar profundamente esos cambios para poder transmitirlos y sostenerlos efectivamente.

Es indispensable romper las fronteras y límites que nosotros mismos nos imponemos al no comprender que el cambio sí es posible. Para ello, por ejemplo, desde el Estado es necesario empezar a romper el perverso amor entre la información y su control porque da poder. Desde el Estado, la información no es propiedad privada, es un bien público y por ello debe convertirse en un recurso para habilitar la participación ciudadana. El reto es transitar hacia una entrega informadora que aporte al proceso democratizador que vivimos, porque esa es la sociedad que estamos construyendo.

La obligación del Estado es informar pero en corresponsabilidad con los medios de comunicación y la ciudadanía. Los medios de comunicación privados deben valorar la información como propiedad social y pública, la información como bien social y no solo como mercancía. Los medios de comunicación públicos deberán ser capaces de competir en el mercado programando información educativa creativa y jamás confundir el interés público con el personal como ha sido costumbre en las instituciones.

Los medios de comunicación públicos y privados tienen una responsabilidad social fundamental y deben ser libres para así cumplir con el objetivo, no solo de informar con veracidad, entretener y construir la esfera pública, si no también ser el control del poder, como lo es un verdadero ciudadano.

La nueva secretaria de comunicación, intentará potenciar todas las políticas de comunicación que el gobierno ya ha decidido durante estos primeros seis meses: La rendición de cuentas, la transparencia informativa, la valoración de las culturas ecuatorianas, el respeto a la diversidad, la libertad de cultos y de expresión, el respeto a la vida privada y a la dignidad del ser humano.

Mi aprecio y admiración a los dos colegas que, tan atrevidos como yo, aceptaron el mismo reto durante estos seis meses: Mónica Chuji Gualinga, profesional de la comunicación pero sobre todo valiente líder sarayacu y Vinicio Alvarado Espinel, excepcional creativo y comprometido comunicador y administrador.

Mi orgullo de ecuatoriana al iniciar una responsabilidad tan grande cerca de Javier Ponce Cevallos y por supuesto mi gratitud inmensa al compañero presidente Rafael Correa Delgado quien, confiando en que los ciudadanos profesionales podemos realizar el cambio, ha decidido poner en mis manos la secretaría de comunicación del gobierno nacional.

Muchas gracias por estar aquí.

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