29 noviembre 2009

VIAJE EN EL MITICO BARCO "GOTENBURGO" POR LOS MARES DEL NORTE



















REGRESO A ESPAÑA PERO ANTES VIAJAMOS POR LOS FIORDOS NORUEGOS

Kjell y Ninni fueron a Alesund para recogernos a Kina y a mi, y bajar en coche hasta Oslo donde me embarcaría en el aeropuerto para llegar a Madrid. El recorrido en coche por los fiordos noruegos fue maravilloso, viajando en un 4 X 4 de kjell. El recibimiento de Ninni y Kjell fue muy a la española, jamon de jabugo y buen vino de Rioja. Despues de estar mas de diez días en el barco, se agradece una buena compañía, un buen vino con la mejor tapa española. La bajada hacia Oslo disfrutando de ese paisaje tan maravilloso, altas montañas verdes reflejándose en las aguas cristalinas regadas por grandes cascacadas y glaciares. Logicamente como era de esperar el viaje lo convertimos en una ruta gastronómica, paradas en las areas de descanso de las estrechas carreteras noruegas, para seguir degustando los productos españoles, comida en un restaurante dentro de un Hotel con mas de 300 años de antigüedad donde la nobleza acostumbraba a pasar sus vacaciones de verano y durmiendo en un camping al pie de un glaciar, en una cabaña para cuatro. La cena y el desayuno corrió por cuenta de la despensa que llevaban en el coche con delicatesen de varios países.Recalamos en la capital de Noruega, Oslo. Paseos por el puerto el barrio mas chic en estos momentos, con sus nuevas edificaciones, restaurantes y tiendas de diseño, mezclándonos con la gente que por esas fechas se echan a la calle para disfrutar del buen tiempo estival. Cenamos en un buen restaurante del puerto y dormimos unas pocas horas en un Hostal de la Juventud, que fue nuestro regalo a Kjell, por habernos tenido tantos días en el barco haciendo trabajos forzados.El viaje a Madrid sin problemas.


VIAJES POR EUROPA Y ESPAÑA DURANTE EL 2009

REGALOS CON CONTENIDO



UNA INVITACION INESPERADA POR LOS MARES DEL NORTE.




Hay personas (no muchas) que cuando hacen un regalo de viaje a una persona, les gusta hacerlo extensivo a varios acompañantes, para que esta no se encuentre sola. Yo solamente conozco a Kjell haciendo este tipo de generosidades. Cuando su hermana cumplió 60, la invito a ella a un viaje de una semana a Bali, y a tres acompañantes que ella eligiera. Por supuesto yo fui una de las agraciadas... Parece que esta fórmula, aunque cara para el que hace el regalo, resulta gratificante para la homenajeada.
El pasado Junio nuestra común amiga Kina cumplió sus 50 años, y entre su familia, Kjell y yo le regalamos un viaje en barco por los mares del norte. En esta ocasión, Kjell incluyo en la parte que le correspondía un billete extra para que yo acompañara a Kina.
Y aquí comienza nuestra aventura en el emblemático barco sueco “Gotemburgo”……

Que grande era el barco¡ Cuando Kjell me lo enseño , en el mes de Mayo, en el puerto de Gotemburgo, donde el barco estaba atracado, preparándose para las distintas travesías del verano del 2009, pensé que esta iba a ser una de las mayores aventuras de mi vida, no tanto por el peligro de los mares, que no se puede obviar, sino por lo grande que me parecía todo, los cabos de cuerdas naturales nada de plástico , eran enormes, súper gruesos, llenos de alquitrán para su mejor conservación; palos de 41 mts. de altura, ¿donde me quedaba yo con mi estatura? Se necesitaba no solamente sabiduría para manejar este gran cascaron, sino fuerza. No sé si yo estaba preparada, pero ya estaba todo pagado, y no había vuelta atrás. , Nos lo enseñaron al detalle, desde cubierta hasta la bodega. Unas velas de lienzo crudo que pesaban toneladas. Todo el trabajo se tendría que hacer manual. El barco es el sueño de todo aficionado a la vela. Pero a la vela con mayúscula. Es difícil conseguir un pasaje en el Gotemburgo para hacer la travesía, debido a la gran demanda. Kjell me comento en ese momento, cuando estábamos haciendo la inscripción “ni se te ocurra decir que no vas a subir allí arriba para arriar la bandera o las velas. Yo estaba en el límite de edad, mayores de 65 años no les dejan participar en la aventura…

Lo bonito de los viajes es la iniciación, la preparación, el ensueño, el pensar que te vas a encontrar. Como buenos viajeros y mediterráneos tardamos tres días en llegar desde Agua Amarga (Almeria) a Fredrikshan (Dinamarca). Esto hace el viaje más atractivo, como antiguamente se viajaba, Un viaje tranquilo reposado y lúdico. Me acompañaba Nini , mi cuñada, y después de bajarnos del autobús que desde Vera nos llevo a Alicante, parando en todos los pueblos de la costa levantina, nos encontramos con Maria, Chus, Olegario y Pilar y celebramos juntos la noche de San Juan, buen sitio para la celebración. Buena cena en el Restaurante Now Manolin asistiendo a la incineración de los ninots que estaban repartidos por las plazas populares de alicante. A la llegada a Gotemburgo nos esperaba una “midsummer fiesta “organizada por Kina. Los suecos en el verano, se tiran a la calle, los parques, los lugares de ocio, para aprovechar y disfrutar de esos rayos de luz tan escasos, por no decir casi inexistentes en los meses de invierno. Y sigue la fiesta… hasta que llega el día de embarcarnos en Dinamarca en el “Gotemburgo”.


LA PRIMERA IMPRESIÓN ES LA QUE VALE






Dicen que la primera impresión es la que vale. Efectivamente el “Gotemburgo” era majestuoso, señorial, te transportaba a otros tiempos. Nos embarcamos Kina y yo previa reunión con todos los participantes en el viaje, donde nos presentaron al staff que navegaría con nosotros y nos dieron todo tipo de instrucciones, firmas de carta de intenciones, etc. Todo bien organizado como suelen hacer los suecos.
Un barco de tal características es el sueño de cualquier navegante. La tripulación la componíamos 82 personas, que de ellas 18 pertenecían al staff, capitán, contramaestre, enfermera, dos chefs de cocina, ama de llaves, carpinteros, etc. La tripulación de a pie éramos 50 personas, la mayoría jovencísimos, entre 18 y 65 años como edad tope, y luego había unas 10 personas de invitados que nos acompañaban , esporádicamente , periodistas, fotógrafos, cámaras etc. para cubrir la singladura. Entre los tripulantes de a pie había mucha mujer, mucha mujer joven y mucha mujer competitiva. Si, me sorprendió la fuerza de su competitividad. Eran mujeres que ya habían viajado en el “Gotemburgo” y que por volver hacerlo, estaban dispuestas a trabajar gratis. Eran, junto a algunos jóvenes más la mano de obra del barco. Conocedores de cómo hacer que el barco funcionara. Incluso estas personas no pagaron como el resto de nosotros por ir a trabajar durante los diez días que duro el viaje. Ellos fueron invitados pues su fuerza, ilusión, y conocimiento eran necesarios.


TRABAJO EN EL BARCO


Teníamos tres turnos de personal, con ocho horas de trabajo cada uno. A Kina y a mi estábamos en el mismo equipo y nos toco el turno de 4 de la madrugada a las 8 de la mañana y de 4 de la tarde a las 8 de la tarde. Ocho horas donde no te podías escaquear. Ocho horas de trabajo constante, si no había viento, se lo inventaban. Había funciones que teníamos que hacer todos los días, turnándonos, ayudantes de cocina, lavar los platos, dar una ronda de seguridad por todo el barco cada media hora, limpieza de cubiertas, departamentos, baños, etc. Las funciones propias de la navegación, subir velas, bajar velas, timón, y cuando no había viento-decía- clases de teórica, podrían darse las clases de teórica a las cinco de la madrugada, muertos de sueño; mantenimiento del barco, pintarlo, preparar cabos, hacer nuevos cabos, etc.
Trabajo duro para una persona que como yo, le gusta navegar, pero no con tanta envergadura, barcos más modernos donde todo es automático y no se necesita de la fuerza, para un numero pequeño de navegantes y sobre todo porque casi siempre yo me ocupo del catering.
El “Gotemburgo” era dos barcos en uno. Las dos cubiertas de arriba y la sala de cañones, era una réplica de un galeón del siglo XIX, pero los pisos que van hacia abajo, tienen todo la tecnología de última generación, motores, frigoríficos adecuados para la alimentación, cocina súper moderna e industrial para dar de comer a 100 personas, área de lavaplatos súper modernos , lavandería, etc. El barco iba equipado con tecnología punta de radares, etc.

LA VIDA EN EL BARCO

La vida en el barco era de compañerismo y un gran respeto, no hubo ningún incidente entre compañeros. El tiempo transcurría, entre el curro, comer, dormir y vuelta al curro respetando los turnos. Trabajábamos tan duro Kina, más que yo, que terminábamos muertos. Yo trabaje en todo menos en subirme a los palos para arriar las banderas o subir y bajar las velas, que pesaban una tonelada…. Exageradas, eran necesario entre 6 y 10 personas para atar cada vela a los palos, todo esto con el barco navegando y a una gran altura. El palo principal tenía una altura desde el nivel del agua de 41 mts. ¿Cuantos pisos tiene un edificio de 41 mts. de altura? Realmente se sentía mucho vértigo. Esta fue la única labor que yo no realice. Pedí que me liberaran de tal sufrimiento. Yo no podría disfrutar con esta labor. La fuerza era muy importante en el barco, no solamente la maña, y yo no me caracterizo por ser una persona con mucha fuerza.

RECALABAMOS EN PUERTOS DONDE NOS HACIAN UN GRAN RECIBIMIENTO

Cuando llegamos a puerto, era una fiesta. Estaba todo programado con antelación en colaboración con las entidades locales, para que hubiera una gran recepción a nuestra llegada y un intercambio cultural. Salvas de bienvenida por parte de los barcos que estaban esperándonos, bandas de música, gente vestidas con trajes regionales y recepciones en el propio barco para los vips del lugar. Para tal ocasión toda la tripulación tenía que vestirse con los trajes de época. El staff llevan sus atuendos correspondientes y los marineros de a pie llevamos los nuestros. Cuando estábamos en puerto, teníamos por turnos unas horas libres para disfrutar del lugar y teníamos que hacer trabajos de mantenimiento en el barco. El barco se convertía en un Barco Museo y se vendían tickets para su visita, Teníamos tiendas de merchandising en el propio puerto y a veces teníamos que atender nosotros también en los comercios.
El paisaje era fantástico, el clima nos acompaño y aunque no hubo todo el viento que nos hubiera gustado, navegar por los mares del norte y los fiordos noruegos mereció la pena. Creo que ti tuviera que volver hacerlo, como primera vez, como una experiencia nueva, lo volvería a repetir. Pero si fuera el viaje por segunda vez, creo que no lo haría. No amo tanto la navegación como para marcarme retos de esa complicación. Navegaría de nuevo por los mares del norte con un barco más asequible, moderno, que no me exija tanto esfuerzo físico y de esa manera poder disfrutar más de la compañía de la gente, el paisaje, la comida, etc.
De todas las maneras gracias a Kjell, por la experiencia y a Kina por la compañía.